Al
comenzar el año, en los días de las Kalendas de enero,
los romanos celebraban las strenae en
las que ofrecían sacrificios rituales e intercambiaban presentes. Se adornaban
la entrada de las casas con ramas de laurel para atraer el éxito en la vida y
se regalaban recipientes u objetos de terracota (pequeñas vasijas, lucernas o
medallones) o vidrio, monedas o frutos de la naturaleza como dátiles, higos
secos y miel, alimentos cargados de valor simbólico para propiciar un año nuevo
próspero y feliz, ya que el sabor de lo dulce despedía el camino emprendido por
el año viejo y traía buenos augurios para el siguiente (los dátiles
simbolizaban el prestigio y la riqueza, los higos el amor y la miel la salud). Esta
tradición de las strenae se ha
mantenido hasta la actualidad en los frutos secos que se consumen en las fechas
navideñas y que se suelen regalar como aguinaldo.
El
paso del año nuevo era el paso de un tiempo viejo a un tiempo nuevo representado
por Jano, divinidad de las dos caras, dios de las puertas, de los pasajes y de
los cambios al que, al iniciarse el nuevo año, se ofrecían como presentes
incienso y una torta de trigo y sal horneada o frita y servida con queso y miel.
Y el
día de Año Viejo, según menciona Petronio, parece ser que algunos tenían reservada fuera de casa su comida principal ( su cena)... tal vez
con cotillón.
ANNVM NOVVM FAVSTVM ET
FELICEM
VOBIS EXOPTO