jueves, 1 de marzo de 2012

FEBRUARIUS BISEXTUS O EL ORIGEN ROMANO DE LOS AÑOS BISIESTOS (y 2)


Después de la Reforma Juliana del calendario romano, el emperador Augusto estableció una nueva reforma en el año 8 a.C., la cual consistió básicamente en ajustar los días de cada mes a 30 o 31, dando a febrero 28 días, y en los años bisiestos el día añadido a febrero se colocó de forma más lógica después del último día del mes, tras el 28, dando lugar a un mes de 29 días, pero conservándose la designación de año bisextum


Este procedimiento estuvo vigente entre los años 45 a.C. y 1582 d.C. Este último año contó con un desfase de 10 días entre los ciclos lunar y solar. Pero ya desde el siglo XIII los astrónomos habían observado desfases entre el calendario juliano y el ciclo solar, debido a que el calendario solar constaba de 365 días, 5 horas, 48 minutos y 46 segundos (casi 20 horas menos que las establecidas por Julio César para cada año), pues, a lo largo de los siglos de vigencia del calendario juliano, cada año se había ido acumulando un retraso de 11 minutos y 14 segundos.


Para corregir este desfase y para establecer una norma precisa en cuanto al año en concreto que debía ser bisiesto, en 1582 el Papa Gregorio XIII promueve una nueva reforma del calendario, eliminando ese año 10 días en el mes de octubre (del 4 de octubre se pasó directamente al día 15) y para evitar que, a partir de entonces, sucediera lo mismo, se decidió que el último año de cada siglo (coincidente con la cifra final 00: 1700, 1800, 1900, 2000, etc.) no fuera bisiesto, aunque por cómputo sí debiera serlo. Quedaron precisados, así, los años concretos que habían de llevar 29 días en el mes de febrero. Es la conocida como Reforma Gregoriana, la cual subsiste hasta nuestros días y pervivirá seguramente durante muchísimo tiempo más.



Los años bisiestos tienen muy mala prensa en nuestra cultura actual, ligados a catástrofes, sucesos nefastos, malas cosechas, etc. 

El año bisiesto, ¿nefasto o diferente?

Esa mala fama existía ya en la cultura romana, por lo cual, no sólo debemos a los romanos la creación de este perfecto sistema de datación anual que combina los años lunar y solar, sino también la fama atribuida por superstición a estos años con un día más en su cuenta. 



En la cultura maya (que lógicamente no conocía el sistema de datación anula de los romanos) fue establecido como el año del fin del mundo.






Y el astrólogo Nostradamus en el siglo XVI hacía un pronóstico similar en su obra  Les Vrayes Centuries et Propheties de Maître Michel Nostradamus.


 
Y ciertamente, no sé si por ser  bisiesto, 2012 ha empezado siendo un ANNUS HORRIBILIS, que puede llegar a ser HORROBILIOR o, incluso HORRIBILISSIMUS.

Tengamos, pues, resignación y paciencia y esperemos que 2012 no tenga los efectos que cierta película estadounidense "profetizaba" recientemente para nuestro mundo. 



De momento tenemos por delante diez meses de un año bisiesto presidido desde su inicio por una INVOLUCIÓN social y económica que afecta de lleno a nuestras vidas y que, seguramente, trasformará las mentalidades y el funcionamiento del mundo en general. Tal vez a un renacer de nuestras propias cenizas se referían los mayas y el sabio Nostradamus cuando lanzaron sus profecías. 
 MALA ME FECIT DIE BISEXTO

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