El primer origen del Roscón de Reyes es una costumbre pagana que se sitúa en el mundo romano, durante las fiestas de fin de año dedicadas a Saturno y de las fiestas de principios de año dedicadas, desde la época de la República, al dios Jano.
Durante las Fiestas que los romanos llamaban Saturnalia, celebradas entre el 17 y el 23 de diciembre, los romanos recreaban una especie de mundo al revés: derribaban las barreras sociales y hacían a los esclavos amos por un día los y a los amos esclavos, daban rienda suelta a todos sus deseos ocultos con comportamientos lujuriosos, jugaban a los dados, lo cual estaba penado por las leyes en resto del año, y elegían a suertes a un rey de las fiestas entre las clases menos favorecidas.
Así nos lo cuenta Luciano en un texto puesto en boca de Saturno:
Y una vez que los dados te dan la suerte de ser rey, sólo en virtud de esa dignidad tienes el derecho a que no se te impongan órdenes ridículas, mientras que tú puedes ordenar a uno que declare algo vergonzoso de sí mismo, a otro que baile desnudo, a un tercero que cargue con la flautista y la lleve a hombros tres veces por toda la casa; todo ello es, sin duda, una prueba de que puedo repartir dones importantes.
Entre las costumbres culinarias de la época, durante estas fechas se elaboraba unas tortas redondas de pan hechas con miel, higos y dátiles que se repartían entre plebeyos y esclavos. En su interior se introducía una haba seca y al afortunado al que, durante la degustación de dicho pastel, le tocaba la legumbre era nombrado rey de reyes durante un corto periodo de tiempo.
Igualmente, en las fiestas de Jano, el dios con doble cara y que anunciaba el nuevo año, era costumbre hacer regalos a los amigos y familiares en forma de ramos de olivo y laurel procedentes del bosque sagrado de Estrenia, la diosa de la salud, y también se regalaban dulces en los que se introducía una judía como símbolo de buena suerte, tal como reza en la fórmula: Para que pase el sabor amargo de las cosas y que el año que empieza sea dulce.
Hacia el año 1000 la Iglesia cristiana adoptó esta costumbre pagana en las celebraciones de la Navidad.
Pero fue en época de Felipe V, el primer rey de la dinastía de los Borbones, de origen francés, cuando en España se importó la costumbre de introducir una sorpresa escondida dentro de un rosco cubierto de frutas escarchadas como culminación de las fiestas de Navidad. Tal costumbre se practicaba en en diversos lugares de Francia donde se degustaba el Gateau du Roi o ‘Pastel de Rey’ dando el título de "Rey del haba", en unos casos, al niño más pobre de la ciudad y, en otros, a los pequeños de la casa. Fueron los cocineros franceses de Isabel de Farnesio, segunda esposa de Felipe V, Pedro Benoist y Pedro Chatelain, quienes dieron la forma de rosca o anillo al pastel, adornándolo con frutas escarchadas que le daban aspecto de joya.
Con el tiempo se convirtió en desayuno del día de reyes en la Epifanía o fiesta dedicada a los Reyes Magos el 6 de enero, conservando la costumbre mágica de pensar que el que encuentre el regalo tendrá un año lleno de ventura y suerte.
El típico roscón de Reyes y algunas de las sorpresas que puede llevar escondidas entre el pan
MALA ME FECIT
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